No soy seguidora del Che ni opositora, sencillamente no estuvo presente en mi educación (ni en casa ni en la escuela) y está dentro de esas cosas que uno aprende de grande por propia curiosidad.
Me atraen las personas que rodean a determinadas figuras. En este caso la segunda mujer del Che nos empieza a brindar de a poco información que tiene que ver con la personalidad del hombre, de su pareja, del padre y no tanto del revolucionario, aunque: es posible despegar ambas situaciones?
Aleida March conoció al Che Guevara en plena guerra civil cuando este llegó con la Columna Ocho a combatir a la región, en octubre de 1958. Se enamoraron en ese momento y comenzaron a convivir, a pesar de que Guevara estaba casado con Hilda Gadea y tenía una hija. Wikipedia
Cuarenta años después de la muerte del Che en Bolivia y alentada por sus hijos, Aleida se ha decidido a contar secretos guardados celosamente; no son políticos ni pretenden cambiar la biografía delChe, pero descubren al mito en su intimidad.
El País.com
“El Che volvía tarde a casa, a las tres o cuatro de la madrugada, a veces a las seis. Dormía sólo cinco o seis horas diarias. ¡Imagínese!¡Estaba construyendo una nueva sociedad! ¡No podía dedicarse al hogar y a la casa!”
Cuenta que llevaban sólo 10 días de casados cuando, el 12 de junio de1959, el Che salió de gira por los países del Pacto de Bandung. Era un viaje largo, de tres meses, y por ello le pidió que la llevara como su secretaria, lo que realmente era en Cuba. “Fue el momento en que comencé a conocerlo con mayor profundidad, cuando me argumentó que además de secretaria era su esposa y que se vería como un privilegio, porque los otros no podían hacerse acompañar de sus compañeras”. Aleida no oculta el dolor que sintió en aquel momento: “Antes de despedirnos fuimos a ver a Fidel a su casa y éste también trató de convencerlo de que me llevara, pero no aceptó. Comenzó mi llanto, un llanto que siempre me reprochó”.
Poema que el Che le envió a Aleida antes de morir:
“Adiós, mi única, no tiembles ante el hambre de los lobos
ni en el frío estepario de la ausencia
del lado del corazón te llevo
y juntos seguiremos hasta que la ruta se esfume”
Carta a Aleida March 22 de Junio de 1959
Querida Aleida:
Empecéa escribirte en Madrid, seguí en Roma y tuve que empezar de nuevo. Estamos trabajando bastante y comprendemos que nuestra posición no nos permite elegir el itinerario. Por eso hemos visitado museos y otras cosas como las pirámides, etc. que no son tan bonitas como esperábamospero de todas maneras muy interesantes. Tenemos un programa de trabajo que recién finaliza el 26 de junio, aquí en la R.A.U. [República ÁrabeUnida] y luego seguiremos la ruta que habíamos trazado aunque agregando un par de países.
Hemos tenido un buen éxito de entrada ennuestra misión comercial y el recibimiento ha sido muy caluroso porparte del gobierno egipcio.
Aunque no lo quieras creer, me acuerdo de ti a cada momento. Espero que le estés metiendo en serio ala máquina, la taquigrafía y el inglés para poder acompañarme en cada viaje que haga, si es que se consigue otro chance.
Me condecoraron con la orden de la república. Un medallón muy grande que me queda de lo más bonito, no es porque lo diga yo. Ya salí al mercado de plata para comprar tu pulsera pero no encontré nada de lo que esperaba para ti, aunque te llevo algunas cosillas. El viaje hasta aquí fue muy rápido, sin poder ver nada de nada y en la RAU estamos en las mismas condiciones. Estoy durmiendo muy poco y ya se me pegan los ojos. Mañana salgo para Gaza, te cuento los últimos acontecimientos.
Gazaera muy interesante pero por la miseria y el abandono en que viven los refugiados de Palestina. Fui a visitar los oficiales brasileros que están cuidando estos lugares. Establecí nuevas normas diplomáticas de confraternidad entre los pueblos pues me dormí en el hombro del general egipcio que me acompañaba.
Al día siguiente fui a Damasco, de donde pensaba llevarte una tela de esas tan afamadas pero no me gustaron; y aquí dependes del gusto mío. Después de un día completo de trajín, fuimos a Alejandría, la ciudad de Cleopatra donde siguieron los agasajos y hoy retorné a Cairo pero no te puedo seguir escribiendo porque tengo que salir. Hasta luego.
Por la noche salimos a una recepción donde demostré una vez más mis cualidades diplomáticas.
Otro día más y ahora visitamos unas fábricas de armas y explosivos donde me regalaron un rifle y una ametralladora de fabricación egipcia. Todos los días están llenos de trabajo y cada uno de ellos te extraño más;[ilegible].
Estamos viviendo en un palacio bárbaro que perteneció a uno de los mandamás de antes con una serie de criados que agachan la cabeza y corren a hacer lo que uno les dice igual que en las películas. Te hubiera venido muy bien para aprender modales.
Para acabar: Simón dejó dos artículos para Verde Olivo; dáselos a Raúl para que haga con ellos lo que crea necesario; yo no los pude leer.
Me despido para poder mandarte la carta, porque sino no lo haré nunca. Temando un beso del tamaño de un elefante para que te consueles de mi ausencia, si Villegas no ha logrado hacerlo
Che
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